martes, 10 de marzo de 2009

Las vanguardias

LAS VANGUARDIAS

Las Vanguardias se suceden en el periodo de entreguerras, es decir, entre la I Guerra Mundial y la Guerra Civil Española en 1936. En este periodo se sucede el reinado de Alfonso XIII con el turno pacífico de partidos y la crisis de la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera y la II República. La burguesía se encuentra en la cumbre de la sociedad y pretende que esta se estanque para no perder sus privilegios.

Los movimientos literarios que se producen son tres y se superponen entre ellos: el Novecentismo, la Vanguardia y la Generación del 27.

En 1914 Azorín publica un ensayo en el que dice que ha llegado una “Nueva generación” a la que hay que dejarle paso por estar mejor preparada y que marca la ruptura con la Generación del 98. Esta nueva generación es el Novecentismo o la Generación del 14, y no está sólo integrada por hombres dedicados a la literatura, sino también por críticos, historiadores, poetas, novelitas, filósofos, políticos, etc.

En el Novecentismo hay un nuevo intelectual y una nueva intelectualidad, que frente al bohemio modernista busca la pulcritud, símbolo de su arte y su estética, y además los novecentistas tienen en su mayoría una sólida formación universitaria. Se produce un antisentimentalismo, buscan el distanciamiento de lo humano, por lo que se centran en la intelectualidad. Los novecentistas son europeístas, mirarán hacia Europa y se pondrán en contacto con su literatura. También promueven una revolución desde el poder: son partidarios de una visión elitista del gobierno, y ese elitismo llega a su máxima expresión en La España invertebrada de Ortega y Gasset. Escriben una literatura parra minorías (su obra no la puede entender todo el mundo y no les importa que sólo lo hagan unos pocos preparados intelectualmente), defienden el arte puro y muestran una preocupación por el lenguaje y están obsesionados por la obra bien hecha.

Entre los autores novecentistas destaca Ramón Gómez de la Serna, que se dedica enteramente a la literatura y tanto su vida como su obra están en perpetua ruptura con las convenciones sociales. Lo extraño, lo grotesco, lo anormal y lo provocador definen el ambiente en el que escribe su obra. Aparte de ser escritor realiza también críticas literarias que ayudan a conocer las vanguardias.

El concepto de una nueva literatura, publicado en 1909, abre las puertas a las Vanguardias europeas y, al mismo tiempo, está pidiendo un “iconoclastismo del concepto” (que se rompa con todos los conceptos que están admitidos) y que se produzca una “disociación de la prosa”, una ruptura con la prosa tradicional y que se busque la emoción en las estructuras. En Ismos, de 1931 reúne los movimientos vanguardistas.

En su producción literaria escribe relatos cortos, biografías, ensayos y obras de teatro vanguardistas. En su novela El torero Caracho expone su peculiar visión de la fiesta nacional. La greguería es un nuevo género literario que crea Ramón Gómez de la Serna que descompone la realidad y que se define como la unión del humor más la metáfora.

En este periodo se desarrollan diferentes vanguardias en Europa:

Futurismo: surgen en 1909 con el Manifiesto futurista de Marianetti y se define como un movimiento antirromántico. Este movimiento exalta la civilización mecánica, con lo que aparecen nuevos temas y nuevos mitos como la máquina, el avión, el deporte y el automóvil. Desde el punto de vista sintáctico se busca el dinamismo y la rapidez verbal o, en otras palabras, la “destrucción de la sintaxis” y “las palabras en libertad”. Para ello se suprimirán adjetivos y adverbios.

Cubismo: se inicia en la pintura y su arranque está en el cuadro Las señoritas de Aviñón de P. Picasso. Este movimiento descompone la realidad y la vuelve a componer sin seguir los dictados de la razón. En 1913 pasa a la literatura con el francés Apollinaire y, al igual que en la pintura, deshace la realidad para volverla a componer libremente, por lo que necesitará un lector no convencional. La disposición tipográfica será fundamental, y los poemas se convertirán en caligramas y poemas visuales.

Dadaísmo: surge en 1916 cuando T. Tza publica El manifiesto dadaísta, con el que pretende la rebeldía pura y la repulsa a la racionalidad porque ha conducido a la I Guerra Mundial. Propugna la creación de un lenguaje incoherente que parte del balbuceo infantil.

Ultraísmo: es un movimiento vanguardista de habla castellana que combina elementos futuristas y cubistas. En 1918 se publica en la revista Cervantes el Manifiesto ultraísta. Se caracteriza por el antisentimentalismo, la deshumanización, la supresión de la anécdota y la utilización de temas maquinistas y deportivos. Su máximo representante es Guillermo de la Torre.

Creacionismo: nace de la mano del poeta chileno Vicente Huidobro y defiende la creación absoluta, “hacer un poema como la naturaleza hace un árbol”.

Surrealismo: se inicia en 1924 con el Manifiesto surrealista de A. Breton. Es el movimiento vanguardista de mayor trascendencia del siglo XX y supondrá la revolución literaria del siglo XX. El surrealismo se propone como una revolución integral del hombre. Para conseguir la liberación total del ser humano hay que liberar los impulsos reprimidos en el subconsciente por una razón sumisa a las convenciones morales y sociales, y lo primero que hay que liberar es el impulso creador del hombre.

Para liberar ese impulso creador hay que ser capaz de crear al dictado del pensamiento libre de razón. Lo que buscan los escritores surrealistas es una escritura automática que no se controla. Tratan de ensamblar de forma fortuita las palabras y reseñar los sueños. A veces estos autores recurren a drogas y se provocan estados de alucinación y delirio para transcribir experiencias extrarracionales. En un poema surrealista se entremezclan conceptos, objetos y sentimientos que la razón mantiene separados, de ahí las asociaciones libes, las metáforas insólitas y las imágenes oníricas.

En la medida en que el lenguaje hace aflorar el poso de las pasiones subconscientes, el movimiento surrealista inicia el proceso de rehumanización. Este lenguaje no va dirigido a la razón, sino que provoca en el lector fuertes impactos que modifican su estado de ánimo y suscitan emociones. Se inaugura así un nuevo modo de leer.

En España es el movimiento vanguardista que dejará la huella más profunda, pero aquí no se producirá un surrealismo ortodoxo, puesto que no hay creación inconsciente ni escritura automática. Lo que sí hay es una liberación de la imagen y un enriquecimiento del lenguaje poético del que los poetas de la Generación del 27 son sus máximos representantes. Entre los poetas españoles están Alberti, Alexandre y Lorca, y entre los hispanoamericanos C. Vallejo y P. Neruda.

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