miércoles, 11 de marzo de 2009

La poesía de principios del siglo XX

LA POESÍA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

Respecto al contexto histórico del siglo XX, nos encontramos con que no ha variado mucho desde finales del siglo XIX. Tenemos la Restauración, la regencia de Mª Cristina y más tarde el reinado del Alfonso XIII, todo esto mientras se sucede el turno pacífico de partidos. La burguesía se encuentra en la cumbre de la sociedad, y pretende que ésta se estanque para no perder sus privilegios. El acontecimiento más importante es el Desastre del 98, la pérdida de las últimas colonias.

Tradicionalmente se divide la literatura de esa época en dos movimientos: Modernismo y Generación del 98. Sin embargo, R. Gullón considera que sólo hay un movimiento literario, que es el Modernismo, dividido en dos vertientes: la estética con el Modernismo, y la ética con la Generación del 98. Ambas vertientes luchan contra el conservadurismo burgués y suponen una renovación estética.

El Modernismo nace en Hispanoamérica, siendo el primer movimiento que nace primero allí y luego llega a España. Su génesis se encuentra en Francia y el Romanticismo. De Francia llega el parnasianismo, que busca la belleza independientemente de la enseñanza; y el simbolismo, con un gran intimismo y que considera que la realidad se percibe a través de los símbolos y que, por lo tanto, la poesía nos permite llegar a ella. Del Romanticismo rescatan el subjetivismo, la importancia del yo, la búsqueda de la libertad, la evasión en el tiempo (a la Grecia clásica, la Edad Media y el Siglo de Oro) y el espacio (a Oriente). De Bécquer adoptan sy intimismo, y de Espronceda su grandilocuencia.

Los temas que trata son el cosmopolitismo, la evasión, las culturas americanas precolombinas y lo hispánico, la sensualidad y el amor, la desazón romántica, esa angustia que conlleva la búsqueda de la libertad y que pone en contacto al artista con la melancolía, lo misterioso, lo fantástico y el sueño; y por último, la búsqueda de la libertad.

Los poetas modernistas buscan la sonoridad y suelen usar versos alejandrinos, endecasílabos y dodecasílabos. Emplean los pies métricos, combinando el cómputo silábico con el juego de palabras en función de su acentuación. También utilizan cultismos en sus composiciones.

En el Modernismo podemos distinguir dos etapas: etapa del preciosismo tanto en poesía como en prosa, donde se busca la belleza (el Arte por el Arte) y que se inaugura en 1888 con Azul… de R. Darío; y la etapa de intimismo, que abarca de 1896 a 1915 aproximadamente.

El término Generación del 98 fue adoptado por Azorín e incluye (con modificaciones de los autores que Azorín incluyó) a: Azorín, Unamuno, Maeztu, Baroja, Valle-Inclán, A. Machado y A. Gavinet. Para que exista una generación las fechas de nacimiento tienen que ser cercanas (once años entre Unamuno y A. Machado), haber un acontecimiento generacional (Desastre del 98), un líder (Nietsche y Unamuno), existir relaciones personales entre los miembros, una ideología y un estilo literario común. En la ideología se mueven entre el socialismo y el anarquismo y son regeneracionistas, quieren una España próspera sin que deje de ser España. Para ello narran la intrahistoria y buscan la esencia en Castilla. En el estilo literario, el lenguaje se va despojando de la brillantez modernista pero no se olvidan del yo como herencia romántica. El lenguaje está al servicio de la inteligencia, buscan la concisión y rescatan palabras “terruñeras” frente a los extranjerismos. Existe una reacción contra el Realismo por considerarlo demasiado prosaico.

Los temas que tratan son el paisajismo (el paisaje es la esencia de los pueblos), la preocupación por España, la Intrahistoria, el paso del tiempo y el existencialismo y la relación del hombre con Dios.

Rubén Darío es un poeta modernista que nació en Nicaragua, pero vivió luego un tiempo en Francia, donde se puso en contacto con las ideas parnasianistas y simbolistas que luego llevó a España. Algunas de sus obras son Azul… (poesía y prosa poética), Prosas profanas, con una plenitud sensual y una evocación al pasado hispano, y Cantos de vida y esperanza. Esta última obra corresponde a su madurez literaria, en ella va dejando el preciosismo modernista para impregnarla de un tono intimista, existencial y reflexivo.

Manuel Machado fue otro autor modernista. Escribió muchas obras teatrales con su hermano. Dos de sus obras son Alma y Cante hondo, donde se anticipa al neofolclorismo de la Generación del 27.

Antonio Machado comienza su obra literaria en el Modernismo, como en su obra Soledades. Sin embargo, retoca constantemente sus poemas y esa obra volverá luego a publicarse como Soledades, galerías y otros poemas y pertenece ya a la Generación del 98. Los temas de su producción poética son el paso del tiempo y la nostalgia de una infancia o una juventud perdida. Sus paisajes corresponden al estado de ánimo del poeta e indaga en el mundo íntimo, se refleja en un existencialismo nihilista. Otras obras de la Generación del 98 son Campos de Castilla, Nuevas canciones, y en prosa Juan de Mairena, donde se ve el lenguaje al servicio de la inteligencia.

Al poeta Juan Ramón Jiménez no podemos encasillarlo en ningún movimiento concreto, sino que tiene sus características especiales. Él concebía la poesía como una respuesta a la triple sed de Belleza, “Intelijencia” y Eternidad. La poesía debía ser una exaltación de lo bello, permitir penetrar en la esencia de las cosas y ser concebida como posesión inalcanzable de belleza y de verdad. Su producción poética se divide en cuatro etapas:

-En la primea, donde se destaca Arias tristes y demuestra influencias del Romanticismo intimista de Bécquer.

-Su etapa del Modernismo, a la que corresponden las obras La soledad sonora y Platero y yo, escrita en prosa. En esta época, sus poemas se aproximan al intimismo de Bécquer.

-Tercera etapa, donde rompe definitivamente con el Modernismo. En Diario de un poeta recién casado escribe poemas muy breves y muy densos de versos cortos y generalmente libres. Es una etapa de depuración poética, y a esa búsqueda de la poesía pura corresponden libros como Eternidades y Piedra y cielo. En esta etapa la palabra es un instrumento para penetrar y conocer la verdad.

-La cuarta etapa es la del exilio. Destacan Dios deseado y deseante y En el otro costado. La sed de eternidad lo lleva a ponerse en contacto con un dios que se identifica con la naturaleza, la belleza y la creación poética.

Este poeta es una de las máximas encarnaciones de la concepción de la poesía como búsqueda solitaria de la belleza y lo absoluto.

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