martes, 17 de febrero de 2009

Generación del 98

Aquí va el tema de la Generación del 98. A mí me cabe justo en un folio sin apretar excesivamente la letra ^^

GENERACIÓN DEL 98

Respecto al contexto histórico de inicios del siglo XX nos encontramos con que no ha variado mucho respecto a la situación al inicio de la Restauración. En este período transcurre la regencia de María Cristina, y más tarde el reinado de Alfonso XIII mientras se sucede el turno pacífico de partidos. La burguesía se encuentra en la cumbre de la sociedad y pretende que ésta se estanque para no perder sus privilegios. El acontecimiento más importante es el Desastre del 98, la pérdida de las últimas colonias.

Tradicionalmente se divide la literatura de esa época en dos movimientos: Modernismo y Generación del 98. Sin embargo, R. Gullón considera que sólo hay un movimiento literario, que es el Modernismo y que se divide en dos vertientes: la estética con el Modernismo y la ética con la Generación del 98. Ambas vertientes luchan contra el conservadurismo burgués y suponen una renovación estética.

El término Generación del 98 fue acuñado por primera vez por Azorín. Él incluyó a Valle-Inclán, Unamuno, Maeztu, Baroja, R. Darío, Benavente y a él mismo bajo ese término. Sin embargo, más tarde los estudiosos de la literatura incluirían también a Antonio Machado y a Ganivet y excluirían a Darío y Benavente. Para que exista una generación las fechas de nacimiento tienen que ser cercanas (sólo hay once años de diferencia entre Unamuno y Antonio Machado), tiene que existir un acontecimiento generacional (el Desastre del 98 en este caso), un líder (Nietzsche y Unamuno), relaciones personales entre los miembros, una ideología común y un estilo literario común. En la ideología se mueven entre el socialismo y el anarquismo y son regeneracionistas, quieren una España próspera sin que deje de ser España.

En 1901, el grupo de los tres, Azorín, Baroja y Maeztu escriben el Manifiesto, en el que se comprometen a cooperar en la generación de un nuevo estado social en España. Este intento fracasa y, según palabras de Azorín: “aprendí que cuando no se tienen medios para hacer la revolución, todo ll que se haga es como orinarse en las paredes del Banco de España”. En 1905 abandonan la acción y los generacionistas del 98 vivirán la preocupación por España desde una actitud contemplativa.

Respecto a los temas que tratan, uno de ellos es el paisajismo, sobre todo el de Castilla, ya que están buscando la esencia de España. Se fijan en clásicos castellanos como son El Cid, Don Quijote de la Mancha, por el recorrido de Castilla que hacen sus personajes, y la Celestina, por al fuerte crítica social que realiza. Hay una preocupación por la relación del hombre con Dios, y por consiguiente del existencialismo y el paso del tiempo. La intrahistoria es otro tema que tratan, junto con la preocupación por España y el subjetivismo neorromántico que se manifiesta en el idealismo romántico que se mantiene en las obras.

En el estilo, Larra se convertirá en un modelo y se produce una renovación: estos autores luchan contra el prosaísmo del Realismo y el Naturalismo y la grandilocuencia modernistas. Ellos buscan es esteticismo desde la sencillez y la parquedad léxica. Según Azorín: “una obra será tanto mejor cuanto con menos y más elegantes palabras haga brotar más ideas”. La búsqueda de la esencia ya mencionada antes hace que rescaten palabras terruñeras y tradicionales y que enriquezcan el léxico castellano introduciendo palabras que recogen de los pueblos que visitan. Para ellos, la mejor manera de expresarse es a través del ensayo y la novela.

En poesía destacan Antonio Machado y Unamuno con Poesías. Los temas de la producción poética de A. Machado son el paso del tiempo y la nostalgia de una infancia o una juventud perdida. Sus paisajes responden al estado de ánimo del poeta e indaga en el mundo íntimo que se refleja en un existencialismo nihilista. Sus obras de la Generación del 98 son Soledades, galerías y otros poemas, Campos de Castilas y Nuevas canciones en poesía; y en prosa Juan de Mairena, donde se ve el lenguaje al servicio de la inteligencia.

En teatro está Valle-Inclán y el esperpento, y en prosa destacan varios ensayistas y novelistas.

Ramírez de Maeztu fue un ensayista apasionado antirrepublicano y antimarxista. Tres de sus obras son Hacia otra España, que corresponde a su etapa más revolucionaria, Defensa de la Hispanidad, que es una obra más tradicionalista y D. Quijote, D. Juan y la Celestina, que es un ejemplo de ensayo en el que busca la esencia de España.

Unamuno fue escritor de poesía, prosa y teatro. Estuvo en el exilio durante la dictadura de Primo de Rivera y murió de forma repentina en 1936. Se define a sí mismo como “hombre de contradicción y pelea”, manifestando esa contradicción en las numerosas paradojas de sus obras. Unamuno sufrió una grave crisis en su juventud por la que perdió la fe y que determinó los dos grandes temas que vertebran su obra: la inmortalidad y la relación del hombre con Dios. Respecto a la inmortalidad él dice que “si el alma no es inmortal, nada vale nada”, y acerca de la relación don Dios, Unamuno sufre un “hambre de Dios” que garantice la inmortalidad. Él busca la fe que ha perdido, querría creer, pero el intelectualismo se opone a la “fe de carbonero” del que cree felizmente en Dios sin plantearse nada.

De su obra ensayística destacan: En torno al casticismo, donde muestra su preocupación por España (lo castizo); Del sentimiento trágico de la vida, que habla del existencialismo y del paso del tiempo; y Vida de D. Quijote y Sancho, que es una búsqueda de la existencia literaria castellana.

Las novelas eran para Unamuno el cauce ideal para explicar la filosofía, por lo que sus novelas son muy filosóficas. Niebla es su nivola, un experimento novelístico que no puede ser llamado novela. El protagonista Augusto Pérez se da cuenta de que es un personaje de ficción, así que viaja a Salamanca a pedirle a Unamuno, su autor, que no lo mate. El tema que se plantea es el de si somos realmente libres y el de la existencia de un Dios que decide cuándo morimos y cuándo nacemos. El Abel Sánchez recrea el mito de Abel y Caín, y en San Manuel Bueno, mártir plantea problemas de fe y eternidad y la alternativa entre la realidad trágica y la felicidad ilusoria. La novela se convierte en una novela de abnegación y de amor, y el problema de la salvación se plantea siempre desde la ambigüedad y el de la eternidad como una paradoja.

Pío Baroja es un hombre solitario, amargado, pesimista y añorante de acción que tuvo que exiliarse durante la guerra. Su obra trata sobre el pesimismo existencial y la falta de confianza en el hombre. Es un novelista muy preocupado por la composición y considera que ésta es el producto de la invención más la imaginación y la observación. Su prosa es muy rápida, vivísima, con frases breves y párrafos cortos.

José Martínez Ruíz, Azorín, se caracteriza por poner de manifiesto en sus obras su obsesión por el paso del tiempo y la fugacidad de la vida. Su pretensión es el deseo de fijar en el recuerdo las cosas que pasan. En sus ensayos Los pueblos y Castilla hay grandes evocaciones del paisaje y muestran un gran lirismo. De sus novelas destaca Confesiones de un pequeño filósofo.


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