viernes, 1 de mayo de 2009

Innovación en el siglo XVIII

INNOVACIÓN Y MODERNIDAD EN EL SIGLO XVIII

En el siglo XVIII nos encontramos con una profunda transformación social y económica en toda Europa. Es el siglo en que los Estados Unidos consiguen su independencia y se produce la Revolución francesa. Algunas características comunes en toda Europa son las monarquías absolutas en las que el rey acumula todo el poder y el surgimiento del despotismo ilustrado, que se fundamenta en un espíritu reformista de la sociedad pero siempre desde el poder. También se produce la separación entre Iglesia y Estado –aunque no en España- y el nacimiento de una incipiente burguesía.

En el ámbito cultural es el siglo de la Ilustración, un movimiento que nace en Francia. Sus características son el Racionalismo, en el que existe un predominio absoluto de la razón como principio de conocimiento y en el que destacamos a Descartes; el Empirismo, que se basa en la observación y la experimentación y cuyos representantes son Bacon y Locke; una curiosidad por el conocimiento, que se manifiesta en la publicación de la enciclopedia y un didactismo y un “querer enseñar deleitando”.

Respecto al arte y la literatura se vuelve a los clásicos, se busca el equilibrio y la mesura siguiendo escrupulosamente las reglas de los géneros literarios y se usa una expresión clara y sencilla.

La Ilustración llega a España con la victoria de los Borbones, dinastía proveniente de Francia. Ellos traen el despotismo ilustrado –ese espíritu reformista- y se fundan instituciones como la RAE o la Academia de la Historia. La nobleza y el clero pierden poder, pero la Iglesia no se separa del Estado. En esta época, en España podemos encontrar tres movimientos literarios.

Los autores del Posbarroquismo imitan a los autores barrocos. D. Torres Villarroel es su representante en tanto a la poesía y el teatro e imita la forma de escribir de Quevedo. En el teatro tenemos a Rodríguez de la Cruz con sus sainetes.

El Neoclasicismo es el movimiento propio de la Ilustración e cuanto que vuelve a los clásicos, sigue las reglas de los géneros y su intención es didáctica. Su poesía es fría, no contiene sentimientos y son sobre todo fábulas, entre las que destacan las de Samaniego e Iriarte.

La prosa del Neoclasicismo es sobre todo ensayo, en los que se trata un tema de actualidad con intención didáctica y estilo ameno. Sus principales autores son:

-P. Feijoo: ataca las supersticiones y las falsas creencias populares. Sus obras más importantes son Cartas eruditas y curiosas y Teatro crítico universal.

-J. Cadalso: en su obra Cartas marruecas utiliza el género epistolar. Su protagonistas son Gazel, un marroquí que escribe a su preceptor Ben-Beley y Nuño, una especie de escudero español de Gazel. Cadalso utiliza el tópico del extranjero para hacer una crítica a la sociedad española. Otra característica de la obra es su perspectivismo, ya que al haber tres personajes podeos tener tres puntos de vista sobre el mismo asunto.

-G.M. Jovellanos: fue ministro y por lo tanto estuvo envuelto en el Reformismo de esa época. En Memorias de espectáculos hace una reflexión de las formas de entretenimiento en la sociedad española. En Memoria de la educación propone la cultura como medio de prosperidad y felicidad personal y social. En Informe sobre la ley agraria considera la agricultura como la principal fuente de riqueza española y sobre la que hay que hay que hacer una reforma para hacer del campo la fuente de prosperidad, que para él se basaba en la agricultura, la educación y el Gobierno.

En lo referente al teatro se vuelve a las reglas de las tres unidades: una sólo acción en un solo espacio que transcurre en cuarenta y ocho horas máximo. Se separan la comedia y la tragedia, el verso de la prosa y su intención es didáctica. Destaca Leandro Fernández de Moratín y sus obras El sí de las niñas y La comedia o el café. Sus protagonistas son de clase media y hay una suave crítica en sus obras. La intencionalidad es didáctico moral, ya que la virtud siempre triunfa.

El último movimiento es el Prerromanticismo, que en un principio es un término despectivo aplicado a aquello que no seguía las normas clásicas. Aquí hay una vuelta al sentimentalismo y una fascinación por lo lúgubre, lo místico, lo oscuro y lo sepulcral. En la poesía destaca Meléndez Valdés, en la prosa Cadalso con Noches lúgubres –en la que el protagonista intenta durante tres noches consecutivas desenterrar a su novia muerta para quemarse con ella- y en teatro Jovellanos con El delincuente honrado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario